
Orlando Arias Morales
Artista plástico y escritor
Arte contemporáneo


Arias en las letras y las artes
Teúrgia andina
Por: Tomás Paredes
Presidente de la Asociación Española de Críticos de Arte.
Madrid, España 2016
Conozco el trabajo que ha desarrollado en España, escribiendo en más de una ocasión o conferenciando sobre él. Y no sólo su pintura, sino su obra literaria, “Los sueños de Alejandro e Isabel” que hacen de Orlando Arias un artista multifacético y plural. Con todo, son actividades distintas cuyo análisis no cabe en este espacio, que voy a dedicar a su obra plástica, a su pintura.
Su capacidad técnica, en gran medida aprendida trabajando, no tiene discusión. Es no sólo correcta, sino excelente, por lo que transita por técnicas diversas con señorío. Como prueban su pintura original y las copias que ha realizado de obras de Velázquez, Goya o Rembrandt. De todas ellas, quizá la más complicada, El regreso del hijo pródigo de Rembrandt, para el Oratorio de la Parroquia de San Sebastián Mártir de Madrid, o la del Retrato de María Teresa de Vallabriga de Goya.
Antes de esta versión de su experiencia, de este Homo evolutis, transitó el realismo,
hiperrealismo, expresionismo figurativo, abstracción, para dejarse atrapar por esta figuración imaginativa, no referencial, amerindia, que da vida a una mitología andina, con dioses y moradores del altiplano, reyes y princesas, que coadyuvan a formar un imaginario genuino, límpido, donde el agua diluye el color y da formas de vida, y el fuego pone una telón de fondo a sus invenciones, que son estéticas, enigmáticas y características.
Sus Siluetas atmosféricas, óleo sobre lienzo o cartulina, su quehacer más reciente, de este mismo 2016, representa la constitución séptuple del hombre, son vestigios del ser sobre la niebla, diálogo de colores y de sombras, que prospera en un ambiente lucido de intimidad.
Lo que vemos en esta exhibición, su serie Homo evolutis, o Teúrgia andina, de 2015, son acuarelas sobre papel y óleo sobre lienzo, que nos religan a una tradición andina con formas de absoluta vanguardia, siempre orientadas por su excelente mano de dibujante y por su clara concepción del color como un himno, solemne y sencillo, para una música misteriosa y equinoccial, que suena entre la leyenda y la vicuña.
El azar y la necesidad se unen a la imaginación y lo invisible se hace visible por mano del pintor, que administra formas y cromías hasta aproximarse a lo que veía sólo en su mente. Ensambla sueño y realidad, deseo y destino, tradición y poesía, luz y libertad, calor y color, pulcritud y posibilidad. Una pintura que se ubica en un tiempo y un espacio, para trascenderlos. El Illimani alumbra el pulso de una mano que es alma de los colores que explaya, con vocación de fragilidad y perennidad.



